Duaca, Quíbor, Sanare y Siquisique celebran Cuatricentenario de su fundación.
EL IMPULSO #9Ago 2019
#OPINIÓN Cronicario: Duaca, Quíbor, Sanare y Siquisique celebrarán Cuatricentenario el próximo año
Juan José Peralta | Foto: Cortesía |9 agosto, 2019
El próximo año 2020 numerosos pueblos de Lara y de Venezuela celebrarán 400 años de su fundación por Francisco de la Hoz Berrío, entre ellos San Juan Bautista del Valle de Duaca, Nuestra Señora de Altagracia de Quíbor, Santa Ana de Sanare, San José de Siquisique, Nuestra Señora del Rosario de Humocaro Bajo, San Antonio de Padua de los Naranjos de Humocaro Alto, Santa Catalina de Cuara y San Miguel Arcángel de Cubiro y otros más del estado Lara como Río Tocuyo y el apacible pueblo de Barbacoas.
En otras entidades celebrarán Nuestra Señora de la Candelaria de Turmero, San Joseph de Cagua, San Mateo, San Jerónimo de Cocorote, San Miguel Arcángel de Acarigua, San Juan Bautista de Urachiche y San José de Guama; entre otros. El 19 de agosto de 1620, fundó Baruta
Nuestra_Señora_del_Rosario_de_Baruta, con el nombre de San Francisco de Paula y le solicitó al juez poblador Diego Gómez de Salazar que fundara un pueblo de indios. Reconocidas fueron las ordenanzas que dio en Trujillo en 1621, en las que dejó instrucciones para que los indios se reunieran en pueblos y en las que se reiteraron las prohibiciones del servicio personal, las explotadoras encomiendas.
IGLESIA DE DUACA Y LA IGLESIA LA ERMITA EN QUIBOR
FRANCISCO DE LA HOZ BERRÍO CAPITAN GENERAL DE LA CAPITANIA GENERAL DE VENEZUELA...
IGLESIA DE SANTA ANA DE SANARE
No siempre el
fundador fue Berrío en persona, por supuesto pero si fue el autor de la
instrucción que ordenaba a un delegado la fundación del poblado. La lista
atribuida al gobernador y capitán general de la Provincia de Venezuela entre
1616 y 1622 Francisco de la Hoz Berrío y Oruña es muy larga, quien para el
historiador Rafael Arráiz Lucca “nadie fundó tal cantidad de pueblos en
Venezuela y, es probable, que tampoco haya habido alguien de similar fervor
urbano en América y, sin embargo, son pocos los que advierten su paso por el
mundo”.
Este honor no
hay manera de escamoteárselo, sostiene el historiador. Hay personajes sobre los
que se posa una nube de silencio inversa a la dimensión de sus realizaciones.
Hijo de Antonio
de Berrío, gobernador de la isla Trinidad y de doña María de Oruña, Francisco
de la Hoz Berrio y Oruña fue un militar español nacido supuestamente en Santa
Fe de Bogotá en fecha desconocida, gobernador y capitán general de la Provincia
de Venezuela desde el 12 de diciembre de 1615, entre 1616 y 1622.
Llegó a su
destino, Caracas, el 15 de junio del año siguiente donde fue recibido por el
saliente García Girón y las autoridades provinciales pero se consiguió un
ambiente enturbiado por las tensas relaciones existentes con la Iglesia por las
diferencias del mandatario sustituido con el obispo fray Juan de Bohorques, que
duraron hasta cuando este último fue trasladado a México.
A partir de
1618, cuando llega el nuevo obispo Gonzalo de Angulo también se reciben las
Cédulas Reales de Felipe III, de abril y octubre, que ordenan “se junten obispo
y gobernador para reunir en pueblos a los indígenas, recogiendo a los dispersos
en las encomiendas” y el sacerdote colabora en esta tarea como en el reparto de
tierras para los indígenas, con la fiebre del poblamiento, cuando al gobernador
de la Hoz Berrío “lo domina la vertiginosa empresa de la fundación de pueblos”.
Una vez tomada
posesión de la capitanía general, el gobernador de la Hoz Berrio inició su
periplo fundador de cinco años fuera de Caracas y se sabe que ningún otro
gobernador tuvo en su haber un número de pueblos fundados en tal cantidad que
sobrepasa el centenar, de lo cual quedó constancia gracias al escribano Juan
Luis de Antequera, quien lo acompañó en la dilatada tarea y firmó su relación
el 8 de junio de 1621.
Este fue el
inicio de la desaparición del sistema de encomiendas en Venezuela y el paso de
una institución de derecho privado como éstas, a otra de derecho público como
eran los pueblos que se ordenaba fundar, según Arráiz Lucca. No sólo se
proponía la reunión de los indígenas en pueblos sino que estos, ubicados
alrededor de las ciudades, se buscaba fueran el sustento agrícola y pecuario de
las urbes. En su gestión el gobernador de la Hoz Berrío estimuló el aumento de
los cultivos de tabaco y cacao.
Las ciudades
fueron pensadas, agrega el historiador Arráiz, para los blancos peninsulares y
los criollos, mientras los indígenas permanecían bajo tutela de los
encomenderos en sus tierras y como servicio doméstico. “Lo que se buscaba era
crear una red entre las ciudades y los pueblos indígenas que articulara mejor
la subsistencia agrícola y potenciara la evangelización”. Se facilitaba así la
labor misionera porque los arquitectos de estas nuevas poblaciones serían los
curas, primero lo fueron los sacerdotes de la curia y luego la llegada de las
órdenes religiosas en misiones.
De allí se
comprende la creación de los llamados pueblos de indios, fundados como pequeñas
urbes satélites de las ciudades entonces existentes, El Tocuyo, Carora,
Barquisimeto, Trujillo, Valencia, Maracaibo y Caracas.
Estando el
gobernador de la Hoz Berrío en su peripatética labor fundadora fuera de
Caracas, cuenta Arráiz Lucca, recibe el nombramiento de su sucesor, Juan de
Treviño y Guillama, y después de la residencia de rigor se embarca hacia
España, pero falleció durante el viaje en un naufragio cerca de La Habana, en
1622.
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